lunes, 23 de octubre de 2023

Parodiando la vida que nos toca vivir


por Alejandro Schoffer Kirmayer

Cierre por todo lo alto de PRISMAFestival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá en el Teatro Nacional. Se presenta The Ministry of Unresolved Feelings. La coreografía, el texto, así como el diseño de escenografía, iluminación y sonido son de Jo Strømgren.

Nada más entrar al teatro, me encuentro con la codirectora Ximena Eleta, quien con una sonrisa gigante me comenta:
«Esta obra se presentó por la mañana y los niños no paraban de reír; es una pieza que combina parodia y danza teatro».

Quince minutos más tarde se abre el telón. El verde es el predominante. Cuatro de los cinco intérpretes visten con esa tonalidad; el otro, de traje oscuro. Suena Ne me quitte pas de Nina Simone y, mientras el de traje se saca los mocos, los acompañantes parecen desganados. 


Surge una voz
off que nos acompañará durante todo el performance. Los intérpretes (Henriette Hamli, Jakub Mędrzycki, Nora Svendsgård, Mikael Rønne y Angela Iannes Bryulant) se mueven con más lentitud cuando se oye la narración. La música y la voz en off tendrán un ir y venir, una alternancia constante en la pieza.

El personaje de traje interactúa con los objetos que tiene en
«su despacho»: cafetera, taza, cuchara, teléfono, dispensador de agua, casette y un botón que presiona cuando necesita la ayuda de sus colaboradores. Sí, nos damos cuenta de que los cuatro que visten de verde son sus ayudantes, y él, allí, es la máxima autoridad del Ministerio. Esta escena de interacción con los elementos de la mesa es repetida en las transiciones, y los colaboradores lo movilizan como si de un títere se tratara, al ritmo de la música.



El Ministerio es presentado por el narrador como «un espacio en el que se resuelven los problemas de las personas, que en otros lugares no se pueden resolver». Los individuos que se atienden expresan a través de la danza teatro lo que les sucede, piensan, desean o reprimen en el día a día.

De paciente a paciente, la voz en
off del narrador omnisciente lo sabe todo, y se adentra en el pensamiento del hombre de traje, que divaga con los pensamientos y emociones de los demás: «Los buenos terapeutas son los que saben cómo se sienten los clientes», dice.

A modo de
loop, los pacientes van a apareciendo de uno en uno en la escena: como el caso de una mujer que llora al abrirse emocionalmente, recuerda el pasado y saca un marco de fotos, y de pronto un cuchillo para suicidarse, o una pistola… y, en el acompañamiento, los colaboradores le ayudan a limpiarse las lágrimas.



Las risas tímidas no dejan de ser un murmullo entre el público. Algunos se dan el gusto de reír fuerte; otros lo más seguro es que ríen por dentro.

En la música, a Nina Simone le siguen Pjotr Tsjajkovskij, Anton Karas, Francisco Tarrega, Gaston Ouvrard, Domenico Scarlatti, Haukur Morthens, Janusz Gniatkowski, Sepultura, Georges Bizet, Lill Lindfors y Camille Saint-Saëns. Percibo que aquella influye en los pacientes y en su movilidad.
«A veces no están interesados en resolver sus problemas y creen que la música es la mejor decisión», nos dice la voz en off cuando aparece un paciente bailando thrash metal. Y es que no todos se sanan.



La lista de casos es elocuente: angustias, tristezas, sueños, esquizofrenias con movimientos descoordinados; el deseo de ser otro, como la mujer que quiere ser española, o el terapista cuando se ve a sí mismo en uno de los personajes y se da cuenta de que también necesita expresarse a través de la danza; una pareja tóxica que le amenaza; una mujer árabe cubierta por un rotundo velo negro; una madre dominante. Y, junto a ellos, los colaboradores que, presentes en cada danza, son parte imprescindible en
El Ministerio.

La pieza prosigue con la visita de un inspector, y el hombre de traje dándose cuenta de que ha metido la pata. Seguro viene a sancionarlo. Una de sus colaboradoras le ha pillado mirando por el cerrojo mientras estaba en el baño desnuda. El hombre de traje está cada vez más sudado y agotado. Ahora lleva un cerrojo gigante y se desplaza alrededor de
El Ministerio persiguiendo a los colaboradores «desnudos».



En la escena final, una mujer es la que toma el mando. ¿Qué sucederá ahora en el
Ministerio de las emociones no resueltas?

El
performance llega a su fin y el público aplaude, y no deja de hacerlo hasta que las luces nos señalan que PRISMA número 12 ha llegado a su fin. Broche de oro para terminar agradecidos por un festival más. A mí, me viene a la mente una frase de Charles Chaplin: «Mirada de cerca, la vida es una tragedia, pero vista de lejos, parece una comedia».


 

Fotos de Edouard Serra

Ficha técnica de la obra:


Este blog lo edita Salvador Medina Barahona con la colaboración de




«¡Si el sol se apaga, todos los planetas morirán!»



Por Alex Mariscal

La tarde del sábado 21 de octubre, en la sala de Fundación Espacio Creativo (FEC), en Avenida B, dos astrofísicos iniciaron una conferencia ante un grupo de niños, con la mirada atenta de los adultos. Preguntaron sobre las estrellas y los planetas. Los niños, indiferentes al inicio, fueron poco a poco interesándose en compartir sus genuinas sabidurías. Hablando del sol y la luna uno dijo: «el sol sale de día y la luna de noche». Otro comentó: «si el sol se apaga se mueren todos los planetas».

Cuando las mentes de los niños empezaban a debatir sobre los temas de la galaxia y del universo, el ruido de una nave espacial y el humo del descenso cercano interrumpieron el conversatorio.

En medio del humo apareció una silueta que apenas podía distinguirse entre la densidad de la brumosa luz causada por un octaedro de led celeste, que creó, «refractada» en el humo, una atmósfera inquietante y de suspenso.

Al disiparse un poco la humareda, pudo visualizarse un humanoide vestido de astronauta. Este, que después resultó ser ella, muy tímida al principio fue explorando el lugar y sus habitantes. Al irlos reconociendo, y al estos darle confianza, los fue metiendo en el juego de entrar a su nave, ese octaedro que, al tacto, reproducía música sobre sus vértices.


La astronauta, interpretada por Nora Baylach, logró introducir a adultos y niños en su nave. Con maestría y experiencia de actriz, técnica de payaso y mimo, además de su destreza en el movimiento del cuerpo, termina sumando a todos a una gran celebración: la celebranza (celebración que es danza) del contacto con estos terrícolas que encontró la viajera.

La Web describe Cometa, estrenada el 26 nov 2021, como un solo para niños de escuela primaria (de entre 6 y10 años). Un excelente trabajo de empatía, destreza corporal y vínculo con los espectadores. Y agilidad para improvisar ante cada sorpresiva intervención de los niños.

Ciertamente, Cometa, con coreografía Roser López Espinosa, supo ganarse el alma de los asistentes y mantenerlos atentos. Los adultos en la sala también volvimos a la infancia: sacamos nuestro niño interior y disfrutamos a esa viajera de otros mundos. Fascinados, terminamos bailando en la fiesta dentro de su nave, hasta que la astronauta, sin avisarnos, volvió al lugar de donde vino.



 Fotos de Edouard Serra

Ficha técnica de la obra:


Este blog lo edita Salvador Medina Barahona con la colaboración de




domingo, 22 de octubre de 2023

Y se hizo la luz

                                        




Por María A. Carrasquilla R.

Las luces rojas iluminan el centro del escenario. De un extremo aparece un hombre vestido con camisa roja, pantalón y medias negras. Una silla de madera acompaña al joven. Es Kiko López, de la compañía española que lleva su nombre.

Kiko tiene una especie de magnetismo con el asiento. Lo toca. Lo mira. Lo utiliza sentándose de diversas formas. Su espalda, pies y cabeza se posicionan orientados hacia el techo. Detrás de él, los espectadores miran atentos al intérprete –y coreógrafo– de Wiwbak.

Aquella puesta en escena, que se presentó la noche del viernes 20 de octubre en La Manzana, es una de las últimas del programa de PRISMA–Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá en su 12 edición.

La desconexión entre Kiko y la silla fue evidente cuando este vio una especie de lámpara en la esquina derecha del lugar. La silla pasó a un segundo plano. Ahora todo el centro de su atención lo tiene el utensilio color blanco.


Una nueva relación se gesta. El hombre mira con curiosidad la lámpara y sonríe. Quiere mirar lo que existe dentro de ella, pero se retracta. Cuando intenta mirar hacia lo desconocido viene el sobresalto.

El nuevo magnetismo tiene mucho mayor vigor, a tal punto que Kiko y la lámpara son un nuevo individuo, una nueva entidad. La cabeza de Kiko es la lámpara, y la lámpara es la cabeza de Kiko. La camisa roja y las medias negras son dejadas a un lado, en el suelo.


El ejecutante recorre todo el escenario con mucho frenesí. Realiza movimientos con rapidez. Le pide bailar a una muchacha del público al ritmo de una salsa; ella, sin pensarlo, acepta.





Del mismo modo, los demás espectadores se unen a
Wiwbak cuando Kiko pide que hagan palmadas, en esta puesta que mediante el recurso del extrañamiento (que pone en cuestión las percepciones y relaciones cotidianas normalizadas)propone confrontar la realidad y explorar nuevos mundos. 


                                                              Fotos de Edouard Serra

Ficha técnica de la obra:


Este blog lo edita Salvador Medina Barahona con la colaboración de




En dominio del equilibrio




Por Ana Sofía Camarga

El público mira la llovizna caer y formar charcos en el patio de La Manzana mientras espera con ansias que inicie el performance. Cuando finalmente abren las puertas del salón, las miradas recorren con curiosidad el espacio en penumbra. En un extremo, cuelga del techo una construcción con aspecto de espina dorsal de tubos de PVC blanco. En el centro, hay una telaraña de cuerdas y nudos a un metro y medio del piso, entre el zócalo y el muro. En el otro extremo, un marco de acero inoxidable hace las veces de bastidor para una lona blanca cubierta por otra red de cuerdas.

Este inusual montaje le da la bienvenida a la audiencia a Soft, interpretado por la bailarina italiana radicada en Panamá Eleonora Dall’Asta, este pasado 20 de octubre.

El cuerpo se recuesta sobre el apoyo de los tubos bajo la luz fría de una lámpara LED. El balance es frágil pero el dominio del cuerpo sobre este es evidente mientras el público contempla cautivo desde el piso cómo Dall’Asta sube sin arnés por las «vértebras» que cuelgan del techo. La mirada de Dall’Asta es indescifrable, de una elegancia estoica, mientras usa sus piernas, torso y brazos para trepar. La luz la sigue cuando baja de las vértebras de PVC y se sube al zócalo del muro tras las cuerdas. Me recuerda un ring de boxeo, excepto que acá teje y desteje su cuerpo entre los nudos de las cuerdas.

Su cuerpo es una herramienta de exploración espacial que atraviesa esta instalación industrial. En un momento, se «amolda» en el riel de la viga de la columna del muro, y me siento identificada, en un sentir de cómo nos encogemos para encajar en esta sociedad hegemónica. Luego, continúa escalando el muro contiguo, donde hay otra serie de cuerdas extendidas. Es importante destacar que las cuerdas no están tensas; es Dall’Asta quien, con su cadera, sus pies, sus brazos, en distintos puntos de apoyo, la tensa para poder ser sostenida.


Esta obra propone un equilibrio precario que, sin embargo, Dall’Asta domina con mucha naturalidad y fluidez. La pieza traduce en estos ejercicios de balance la frágil interacción que sostiene el cuerpo en el espacio, contra la gravedad y los obstáculos físicos de un mundo cada vez más industrializado.

Una vez más PRISMA—Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá nos acerca a una novedosa propuesta que sale de los paradigmas clásicos y plantea la danza como una disciplina fluida que nos confronta con la materialidad del cuerpo en el espacio.


Fotos de Edouard Serra

Ficha técnica de la obra:


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¿Quién es el captor?


Por Esther M. Arjona

Una luz de fondo deja ver la silueta de una figura humana que intenta desplazarse, pero no puede. A pesar de mover su cuerpo, sus brazos, está atrapada. A medida que la iluminación gana intensidad nos percatamos de un segundo cuerpo que, desde el piso, abraza las piernas del primero y es quien le impide irse.

Un ling zi pluma de faisán colocada a manera de tocado, como en la tradicional ópera china―, en la cabeza de la bailarina, la identifica como un ave que, a pesar de querer desplegar sus alas, no es capaz de zafarse de quien la tiene presa, una figura masculina. Ambos visten igual; sin embargo, la actitud de sus movimientos identifica a una como cautiva, y, al otro, como captor. Los brazos de la bailarina se despliegan alrededor del cuerpo, como alas que, a pesar de esforzarse, no pueden alzar vuelo.



Birdy es la pieza que la compañía taiwanesa Hung Dance presentó la noche del 19 de octubre en el Teatro Nacional, en el marco de PRISMA–Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá, en su 12 edición.

Bajo la dirección y con coreografía de Lai Hung-Chung, los bailarines Cheng I-han y Lee Kuan-ling ofrecen un exquisito dúo que nos lleva a reflexionar sobre la dinámica de la libertad y la opresión, encarnada en la relación de dos personas; pero que puede también aludir a los sentimientos y actitudes de una sociedad completa. 

La iluminación, de Tsai Chao-yu, y el vestuario, de Hsu Chia-wei, brindan un ámbito sobrio que pone el foco sobre los personajes.



La bailarina logra desplazarse, pero eso no significa que es libre; su captor no le da mucho margen. Apenas nota que se aleja un poco, la atrae hacia sí, la toma de las manos, de las piernas. Con leves toques en su rostro, le recuerda que no debe no puede alejarse de donde está; no se libra de su dominio.

En momentos, ella parece olvidar su deseo de marcar su propio camino y se compenetra con él. Él deja de ser enérgico, sus movimientos se tornan más delicados. Pero eventualmente ella se quita el ling zi y la dinámica cambia. Con la armonía de movimientos inspirados en el tai-chi el dúo fluye por todo el escenario. Comparten aquella pluma, que representa el poder de los guerreros. 

Por lapsos los movimientos son muy fluidos; en otros, se tornan esquemáticos. Así son las relaciones: cambiantes, volubles.



No es raro que el ling zi quede en manos, o, más bien, en la cabeza del bailarín. Se invierten los papeles, aunque no será un cambio permanente. El final, lejos de presentarnos a un vencedor, sorprende.

La libertad y la opresión son temas que han estado presentes en la conversación internacional de Taiwán; pero que son fácilmente trasladables a las relaciones de pareja y a la vida diaria. Saliendo del teatro, camino hacia el estacionamiento escuché el comentario de una pareja que, al igual que yo, salía de la presentación. Ella le comentaba a él que la había disfrutado y cómo había visto que impactó a los asistentes. «La obra me dio risa», dijo. «Fue como verte a ti y a mi, esa forma de actuar, de reaccionar… como niños...».

Definitivamente una pieza de danza nos puede llevar desde lo más general o colectivo hasta lo más íntimo.







                                                                  Fotos de Edouard Serra

Ficha técnica de la obra:

https://festivalprisma.com/hung-dance-birdy/


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viernes, 20 de octubre de 2023

Arboledas pobladas de seres invisibles


Por Alex Mariscal

Lunes 16 de octubre de 2023, Ateneo de Ciudad del Saber. Desde la primera escena de Marcat Dance, reconocemos que la música es fundamental para dotar de un sentido a las interminables espirales y rupturas de planos de la pieza El bosque. Las frases cinestésicas están construidas en cuerpos con músculos y huesos cincelados a rigor. Logran, como aves, entrar y salir de la atmósfera sin romper la continuidad del movimeinto, ni de la energía que este trasmite.

El trío nos traspasa la belleza de las ondas al choque de un cuepo sobre el agua. Un estallido que se expande y nos abraza y explosiona dentro del alma, y nos transforma, y nos suspende, y nos devuelve a la riqueza del cosmos del oscuro bosque. Los bucles de líneas espiraladas en el espacio y la música electrónica de José Pablo Polo llenan el bosque de alegría, nostalgia, miedo, y de un incierto gozo.


La mirada del ejecutante es también importante cuando este se detiene y mira al público. Probablemente un público ficticio, o quizas me esté mirando directamente a mí, y ocurre entonces esa relación como de burbujas que no se tocan. El director de teatro argentino Ricardo Bartis enfatizaba siempre en sus talleres su deleite en esa mirada del actor. Y solía decir: «como actor me gusta entrar en contacto con ese otro allí en la sala, cerca y lejos de mí; mirarlo a los ojos, porque quizás sea la única vez en toda mi existencia que lo voy a tener este encuentro». Ese leve contacto fenomenológico resuena como la esencia de las burbujas de Peter Stoterdijk, citado en su obra por la bailarina colombiana Sara Regina Fonseca.


Las escenas involucionan hacia un hoyo negro: seres que se mueven en la incertidumbre hacia un infinito de estímulos experimentados por vez primera. Como cuando alguien corre en la escasa luz de un bosque guiado solo por su isntinto y los sonidos.

El actor y dramaturgo que hay en mí, guiado por la música, va construyendo, en ese lienzo de niebla a ratos luminosa y otras brumosa, una multitud de plántulas, animales, árboles y dioses danzantes. La refracción brumosa, perfectamente diseñada, que delimita las áreas y separa a los ejecutantes, fue diseñada por Mamen B. Gil.

La idea coreográfica de apelar a lo sensorial en un cosmos vegetal se potencia por la sensibilidad, entrenamiento y capacidad de los ejecutantes Mario Bermúdez, Catherine Coury y Marilisa Gallicchio; pues en cada escena crecían la expresividad y la energía del espectáculo.

Definitivamente, El bosque, en el 12 PRISMAFestival Internacional de Danza de Panamá, detona las neuronas espejos hacia universos desconocidos, arboledas pobladas de seres invisibles, caprichosamente refractados por el resplandor de las estrellas.


                                                                           

                                                               Fotos de Edouard Serra

Ficha técnica de la obra:


Este blog lo edita Salvador Medina Barahona con la colaboración de  






Parodiando la vida que nos toca vivir

por Alejandro Schoffer Kirmayer Cierre por todo lo alto de PRISMA – Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá en el Teatro N...